Pero a todo ese contenido hay que dotarlo con un exterior acorde. Por eso, todos los métodos usados son diferentes a lo hecho habitualmente: desde la indumentaria de los artistas hasta la cartelería. Con métodos muy modernos, muchos de ellos de inspiración pop, se ha tratado de lograr una imagen refrescante de J. S. Bach en particular y de la música clásica en general. Lejos de fórmulas gráficas oscuras, tradicionales y manidas, se ha optado por colores vibrantes, formas no vistas y eslóganes del siglo XXI. Tampoco es habitual ver a los músicos vestidos con polos y vaqueros, como ocurre en nuestro caso.
Paralelamente, el uso de las nuevas tecnologías ha propiciado el contagio cibernético del proyecto entre los usuarios más jóvenes, un tanto escépticos ante esta música. El manejo de herramientas como las redes sociales, Facebook y Twitter especialmente, o la implantación de códigos Bidi en los programas, así como recurrir al crowdfunding vía web para financiar parte del concierto, posicionan al Proyecto Bach Atelier a la vanguardia de la producción musical.
En la campaña publicitaria se ha transformado el nombre propio “Bach” en un verbo, como indicador de un modo de presentar la música, de contagiarse de este nuevo espíritu. A la pregunta “Do you Bach?” lanzada a la sociedad y que ha inundado todas las tertulias musicales y medios especializados en las últimas semanas hoy, por fin, respondemos “Yes, we Bach”.